Hace 15 años recibí una oferta que me cambió la vida: Consistía en viajar hasta Japón para hacer de guía a un atleta invidente en un maratón internacional. Estaban buscando un atleta con ciertas características y yo tenía el perfil indicado. Después de un proceso burocrático en la empresa donde trabajaba en esa época, conseguí el permiso para poder viajar. No tenía ninguna experiencia con personas con discapacidad, pero eso no fue ningún impedimento para que preparara la mochila y me fuese a la aventura. Nos presentaron en el aeropuerto: “Manolo este es Roberto; Roberto este es Manolo. Buen viaje”.
Veinte horas de viaje por delante y dos desconocidos con asientos contiguos. ¿Y si nos caemos mal? ¿Si no tenemos nada en común? Esta última es una pregunta retórica. Los que practicamos atletismo nos podremos caer mal, pero experiencias vividas que sean comunes, son unas cuantas… Así que nos pusimos a hablar de rodajes, de series, de ritmos. Y me cambió el semblante. Ya tenía motivos reales para estar de los nervios. Pensé: “Este c****n corre más que yo”. Era un atleta con un nivel alto. Mi responsabilidad era grande, un viaje al fin del mundo con un atleta que necesita sí o sí de mi ayuda en todo momento. ¿Y si no soy capaz de seguir el ritmo que necesita? ¿Y si reviento?
Todo fue un aprendizaje intensivo en un periodo corto de tiempo. No somos conscientes de las barreras arquitectónicas y las dificultades que tienen muchas personas con discapacidad para poder desempeñar su vida diaria. Cuando me puse las pilas, mi compañero de viaje se había comido más de la mitad de los bolardos que hay en Japón. De esta forma tan singular se inició mi andadura en el mundo paralímpico, y de hecho corrimos en varias ocasiones más juntos, incluida la maratón de Londres.
¿Por qué os cuento esto? Porque con motivo de la carrera de Generali por la inclusión nos hemos vuelto a reunir después de diez años. El panorama ha cambiado mucho. Los dos estamos retirados. Yo por viejo y él por enfermedad. Hace unos años sufrió un infarto que le hizo retirarse del deporte de alto rendimiento. Con un stent implantado se presentó en la línea de salida. La estrategia de carrera era no pasar de 155 pulsaciones. Es complicado cuando tienes que subir la Castellana y sobre todo la calle Concha Espina. Para una persona que proviene del alto rendimiento, que ha estado en unos juegos paralímpicos y en varios campeonatos mundiales y europeos, no es fácil el cambio de filosofía y tener que hacer deporte salud. Aún así fuimos capaces de bajar de 40 minutos.
La carrera para mí fue una terapia emocional. Rejuvenecí en un momento más de 10 años. Volví a sentirme atleta, a los nervios pre-carrera, a la libertad que siempre me ha dado correr y correr rápido, lo más rápido que mi cuerpo me ha dejado. Pero todos estos pensamientos estaban integrados en un pensamiento mucho más poderoso, en un concepto del atletismo que fue el motor para que se fundara el Proyecto Run for You. Todos corremos por una causa, por un motivo y que mejor que hacerlo por los demás. Run for You se alimenta de la felicidad de los otros y va engordando cada vez que ayudamos a personas que no sabían que podían ser felices corriendo, haciendo atletismo en todas sus disciplinas. Y si hay un pensamiento egoísta, ese surge de la felicidad que sentimos al hacer felices a otras personas. Siempre he pensado que la inclusión debe ir en todos los sentidos y direcciones. Yo presupongo que a Manolo le hizo feliz correr la carrera, pero a mí me hizo muy feliz volver a formar equipo con él. A ser sus ojos, a acompasar los brazos en el braceo, a buscar la longitud de zancada adecuada, en definitiva, a ser un equipo, a ser uno y con un mismo objetivo: ser felices.
Una respuesta a “15 años de la oferta que me cambió la vida”
Bonito artículo Roberto. Ojalá sigas disfrutando muchos años de experiencias como esta